martes, 23 de noviembre de 2010

El Parque by Felin




El Parque


Que tarde es —rezongo, con mala cara —va a ser casi la medianoche y apenas voy de camino a mi casa.

No es que le tenga miedo a la noche o la obscuridad, pero es que últimamente la ciudad ya no es tan segura como antes; se escucha cada cosa en los noticiarios que solo imaginar que algo así me sucediera, no se que sería de mi. En eso escucho que pasos detrás de mi; yo temerosa volteo, en busca del dueño de ese ruido, no veo a nadie.

¿Hola? —pregunto, y espero la respuesta.

Solo escucho silencio y nada más; acelero un poco mi ritmo ya quiero llegar a casa, y descansar un poco, que mañana tengo que madrugar.

Maldito de mi jefe, todo el equipo tenemos que salir a altas horas de la noche, mientras el muy comodino, a las 7 se va a su casa —protesto —claro como esta bien parado con los superiores, él se para el cuello con nuestro trabajo y ni un gracias nos da.

Vuelvo a escuchar que alguien camina detrás de mi, con una mirada fugaz volteo en todas direcciones y no veo a nadie cerca, solo mi sombra y mis pasos me acompañan. Por un momento estuve a punto de correr; pero solo fue una idea fugaz, ya que si en realidad alguien me está siguiendo el echarme a correr lo único que provocaría es que hicieran lo mismo, y con estos tacones, dudo mucho avanzar a una velocidad decente; así que decido sólo acelerar el paso, ya solo estoy a dos calles de llegar.

Por fin, en la esquina, doy la vuelta y ahí esta mi casa, sólo a unos pasos mas y estaré a salvo. Antes de introducir la llave a la puerta busco en todas direcciones para comprobar que estoy sola en calle, al ver que no hay nadie, giro la llave, y entro lo mas rápido posible.

Laika, mi perra de casi dos años de edad, es la única que me recibe. A veces me arrepiento haberme salido tan chica de casa, y haberme cambiado ciudad. Tengo un poco más de dos años viviendo sola y ni amigos tengo; mi familia esta lejos, mi rutina del diario, es del trabajo a la casa, de lunes a viernes. Mi única compañía es ésta perra latosa, que a pesar de toda la adoro.

Sin mucho ánimo, le doy una caricias, muero de sueño, así que el recibimiento sólo duró unos segundos, entro a la casa y ella no teniendo otra opción se mete a su casa a descansar.

Vaya por el cansancio no me había dado cuenta del hambre que tengo —me digo al escuchar un pequeño gruñido desde mi estomago. Como ya es tarde decido ir al refrigerador y buscar algo que comer.

Creo que la despensa urge que la compre, no hay nada; solo leche, un poco de queso, algunos recipientes de comida china. —mmmm hace como dos semanas compre esto —digo mientras los hago a un lado —esta casa creo que necesita limpieza a fondo — Rebuscando entre las pocas cosas que hay en el refrigerador, encuentro un yogurt, veo la fecha y está perfecto. Apago la luz y subo a mi habitación.

Ya en ella pongo un poco de música, en lo que ceno —vaya cena, digna de una princesa —río mientras busco mi pijama para dormirme.

Media hora después de haber llegado a casa, logro acostarme, y casi inmediatamente me quedo dormida estaba exhausta.


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Ewww, maldición, que le pasa a ésta perra loca —me despiertan sus ladridos —en verdad no entiendo porque ésta así, sino se calla pronto los vecinos vendrán a quejarse, es lo único que me falta enemistarme con la poca gente que me dice “hola” o “buenos días o noches”, según sea el caso.

Casi con los ojos cerrados, me levanto de la cama, me acerco a la ventana, la abro.

Laika, nena, callate — le hablo, pero como si no lo hubiera hecho sigue ladrando sin parar en dirección a la calle.

Al ver su actitud, busco algo que aventarle, a pesar de que mi recamara es un caos, no encuentro nada. Lo primero que tengo a la mano es la cuchara del yogurt, decido arrojarsela; —strike one —digo burlándome de mi, ni cerca estuvo siquiera de rozarle.

Sigo buscando en el escritorio, algún objeto que me sirva, la verdad es que sólo encuentro ese regalo ridículo que me dieron la navidad pasada; —¿A quién se le ocurre regalar porquerías como estas?, quizás ahora le encuentre un uso diferente al que este solo sobre el escritorio desde hace 6 meses — digo mientras camino de regreso a la ventana. En la mano llevo un abanico enorme de tela y madera, algo así del estilo que usaba Locomia en sus presentaciones. Se lo lanzo a Laika y a pesar de que estuve más cerca que con la cuchara; un lugar de que se callara, creo que la espante mas de lo que estaba, ya que comenzó a aullar,—strike two, cero en puntería Jena — pienso mientras le grito a Laika —ok, tu ganas, con tal de que te calles y me dejes dormir un par de horas tranquilas.

Regreso al lado de mi cama busco, unos tenis, y alguna chamarra. He decidido a llevarla a dar una vuelta al parque que esta a dos cuadras de aquí, quizás así se tranquilice un poco y deje de ladrar de esa forma.

Bajo las escaleras, busco la correa, y salgo al patio en busca de Laika. La sujeto bien y salimos a la obscuridad de la calle. La verdad es que todo esta muy tranquilo, mas que de costumbre. En unos cuantos minutos, llegamos a la entreda del parque.

¡Maldita!, tenias que salirte con la tuya —le digo a Laika —Solo diez minutos que mañana tengo que madrugar —le aviso mientras la suelto, a que de una vuelta o lo que desee hacer en el parque.

Camino detrás de ella, viendo como se aleja, feliz, yo a cada paso que doy lo acompaño con un bostezo, llego a la mitad del parque, que es donde esta el kiosko.

Al ser una zona con pocos arboles, se ve el cielo estrellado; raro que se pueda ver en la ciudad, porque si no es por la contaminación, es por el clima; pero cielos como el que estoy viendo esta noche es muy raro poder apreciarlos; sencillamente parece una postal, un cielo obscuro iluminado por millones de estrellas luminosas; pero lo mas hermoso de esta noche es la luna; hay luna llena, enorme como no la había visto nunca, parece una pelota gigante volando ahí, sin que nada la sostenga, pero no ésta sola, esta rodeada de un halo de varios colores; no puedo dejar de observarla, me tiene hipnotizada, no puedo ni parpadear.

En eso siento que las piernas me empiezan a dolor, mejor dicho me arden, es como si me estuvieran picando con algo, cada vez el dolor es mas fuerte, necesito descansar, sentarme unos momentos. El dolor ya es insoportable.

Dejo de observar la luna y veo a lo lejos una banca aun lado del kiosko que esta iluminada, decido ir a esa, porque las demás están algo obscuras. Cada paso que doy es mas doloroso. En lugar de sentir que me acerco a la banca parece que me alejo.

Cuando estoy ya a unos cuantos pasos, veo que no ésta sola, hay alguien sentado ahí.

¿Hola? —pregunto un poco temerosa. No recibo ninguna contestación, así que sigo caminando despacio, ya que el dolor no me deja ir más deprisa.

¿H-hola?, pregunto titubeante, pero no se mueve la figura.

Así que al no haber movimiento ni respuesta alguna, decido acercarme mas, ya que el dolor cada vez es más fuerte.

Cuando estoy a solo unos pasos, veo que en realidad no es ninguna persona, lo que se encuentra ahí, es solo una estatua, simulando a alguien que esta sentada.

¡Vaya en realidad ya no saben ni que inventar! —digo sonriendo nerviosamente. Me acerco a verla mas de cerca, más detenidamente, —Se ve tan real, ya no saben ni que inventar para impresionar a la gente en estos días — tomo por fin asiento, el dolor de las piernas es cada vez mayor.

Ya una vez en mi lugar, sigo observando la luna, definitivamente es mágica esa visión. A lo lejos veo a Laika, que corre feliz de la vida, de un lado para otro. De repente escucho que algo a mi lado se mueve. Busco de donde pudo venir el sonido y no hay nada.

Quizás solo es una ardilla corriendo por ahí — pienso, ya que el dolor no me deja pensar en algo más.

Cuando de repente, sin imaginar lo que iba a pasar, volteo a ver la estatua que esta junto a mi; y en ese preciso momento ésta gira la cabeza, se me queda observando fijamente con unos ojos rojos como la sangre; ya me he paralizado, no puedo ni respirar. Sin dejarme de observar, en su rostro dibuja una sonrisa, que parece mas una mueca, y sin esperar se abalanza contra mi.

Trato de luchar, es inútil, esta encima mio; siento que mis fuerzas, van disminuyendo poco a poco, estoy perdiendo el sentido, las fuerzas me abandonan; escucho como se reí, una risa fría que provoca escalofríos; mis párpados pesan cada vez más.

En la distancia solo escucho los ladridos de Laika, mi única compañera, mi fiel amiga. Y solo hay silencio y obscuridad.

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