sábado, 20 de julio de 2013

Dulce Desafío Cap 2 "Verdades Casi Ocultas"



Capítulo Dos
Verdades Casi Ocultas


Escrito por Felin28

—¡Abuelo! —Madison dice sorprendida— ¿Qué haces aquí? mis padres habían dicho que…

—Mady, mi pequeña rebelde, la verdad es que no tenía muchas ganas de levantarme de la cama, sabes que desde que tu abuela falleció las cosas no han sido las mismas, cada día me cuesta más trabajo levantarme… —dice quejumbroso— pero, —suspira— tú padre no me perdonaría que no viniera a su vigesimoquinto aniversario y yo no me perdonaría no ver a mis dos pequeños dulces desafíos antes de que se marchen a aquel colegio.

—Sabes que no nos iríamos sin haber ido a verte antes y me alegro que te hayas animado a venir a… ¿Por qué nos sigues diciendo tus dulces desafíos?

—Porque lo han sido desde que nacieron Madison, desde antes de que nacieran, eran unos dulces desafíos para ambas familias, y hoy aunque traten de ser tan diferentes, saben que se complementan, no solo físicamente amor, en todos los aspectos son tan parecidas y desde el vientre ustedes ya peleaban por no serlo y verte simplemente, no me puedo imaginar a Meritxell con esos trapos tan Dark y a ti no te vería con la moda de Meritxell que a veces parece sacada de una pasarela, con su ropa tan ceñida… pero recuerda…

Meritxell aparece por la puerta trasera del salón sola y ve a su abuelo, comienza a caminar con ese porte tan recto  sonando y haciendo eco a cada paso que da, cinco segundos después aparece por la misma puerta Charles.

—Mi viejito adorado —Meritxell se le prende por el cuello desde la espalda— creía que no ibas a venir, o eso dijo…

—¿Dónde estabas Meritxell? Llegue hace un rato y me ha costado trabajo ubicar a tu hermana aquí sola y tu ni…

—Por aquí por allá, ya sabes cómo son estas cosas… pero me alegro que hayas venido.

—¿Y por allá, como te fue hermanita?

—Más divertido que estar aquí en la mesa hermanita.

—¿Y terminaste o solo…?

—¿Envidia… si quieres puedo…?

—¡Basta, basta! —El abuelo Dempsey les grita y todas las personas del lugar voltean a verlos— damos un paseo, tengo algo que darles y en estos momentos privacidad aquí adentro es que no tendremos.
Durante unos minutos estuvieron caminando por el inmenso jardín de la casa, hasta que se detuvieron en la pérgola del jardín y tomaron asiento

—¿Por qué tan misterioso Abuelo? —Madison pregunta primero.

—A su abuela le hubiera encantado ver sus rostros cuando les entregara esto que ha pasado por su familia por generaciones, pero ella —se descompone un poco la dureza del señor— se marchó antes de tiempo, perdió la batalla contra el cáncer, sé que quizá aún no sea el tiempo, faltan 3 años  para que ustedes cumplan 21 años, pero no sé si llegaré a ese día y como en unos días ustedes se marcharan lejos, creo que es el momento de hacerles entrega de su herencia, de parte de ella. — Saca de su bolsillo del saco dos pequeñas cajas— esta —le entrega a Madison una, — es tu símbolo y tiene un dije de un eclipse donde lo que más destaca es la luna, siempre debe estar contigo y esta —se voltea y le entrega a Meritxell otra caja idéntica, el dije es muy parecido al de su hermana pero el sol es el que resalta— la noche y el día, tan diferentes, pero se complementan como el uno con el otro, así como ustedes mis pequeños desafíos.

—¿Sigues aún con eso? —Maritxell dice en reclamo— no crees que…

—Si hubieras estado a tiempo… —Madison intervine.

—Tan parecidas, pero tan diferentes y el poder —El abuelo Dempsey se toca el corazón— aquí en cada uno de ellos encontraran la verdad algún día, cuando más lo necesiten ustedes, sabrán elegir… —Madison iba a interrumpirlo pero al ver su expresión guardó silencio— nunca se despejen de sus dijes y en este libro encontraran más respuestas incluso antes de formularse la pregunta, deben cuidarlo, nadie… nadie más que ustedes deben tener acceso a él, deben guardarlo y protegerlo como si su vida dependiera de ello —les entrega un libro enorme como de 40x40 cms y unas 400 pags que tenía dentro de su saco.

—¿Cómo demonios es que eso…? —Madison vuelve a guardar silencio ante la mirada de su abuelo.

—Ese vocabulario niña, recuerda nos tratan como nos ven —Maritxell sonríe— y esto también va por ti niña, que comer un poco más no te caería nada mal —se pone de pie— y hablando de comida… ¿ya habrán servido la cena? Que muero de hambre.

Los tres caminan de nuevo al interior de la casa, y mientras lo hacían Maritxell se burlaba de Madison que era quien cargaba el pesado libro con cierta dificultad.

Cuando el abuelo fue a saludar a su hijo las dos hermanas  se quedan mirándose.

—Eso —señala el libro— definitivamente va en tus maletas Mady que en las mías no hay espacio y no quiero…

—Entonces, por lo menos puedes subirlo a la habitación y…


—¿Y arruinar mi manicure? —se aleja riéndose hacia sus padres que la llaman, mientras que Madison comienza maldiciendo por lo bajo caminando rumbo a las escaleras.

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