lunes, 12 de agosto de 2013

Dulce Desafío Capi 8 "El Pequeño Gran Desafío"


Capítulo ocho
El pequeño gran desafío


Maritxell se encontraba harta de la actitud de su hermana, desde el “pequeño” accidente con el profesorcillo es que estaba de un insoportable… ¿Qué puedo hacer?

No podía acercarse a Mady y tampoco encontraba a Damian, ella no se rendiría siempre sabía exactamente que hacer, como y lo más importante, sabía que herramienta utilizar. Mady había mostrado su interés desde el principio por Carter… ¿Qué pasaría si la inútil de Clarisa tuviera suerte con su novio?

De todos modos ya se había cansado de él.  Sí, la idea le agradaba más con cada minuto que pasaba. De pronto, como si fuera una señal, vio como se acercaban ambos, salieron de diferentes caminos pero si seguían caminando sin desviarse tropezarían. Maritxell sonrió, sólo tuvo que desearlo y sus nuevos estorbos chocaron.

Carter buscaba desesperadamente a su novia, tenía días esquivándolo y necesitaba saber que había hecho mal, para sus padres siempre todo era culpa de él, así que no podía ser diferente con una mujer como Maritxell. En eso estaba cuando chocó con alguien más bajo que él y que por la fuerza del golpe cayó al suelo.

Sacudió la cabeza y miró hacia abajo, le sorprendió ver a Madison en el suelo.

—Discúlpame Madison, estaba buscando a tu hermana.

—Mira tú las ironías de la vida —contestó ella levantándose del suelo sin prestar atención a la ayuda ofrecida por Carter.

—No te entiendo.

—No me sorprende, digo que es una ironía porque yo me estoy escondiendo de ella.

Carter entrecerró los ojos tratando de entenderla pero ciertamente era tan diferente a Maritxell, que siempre era tan abierta ante él, en todo sentido. Sin quererlo sonrió. Madison lo observaba como si se hubiera vuelto loco, carraspeó para sacarlo de su ensimismamiento.

—Lo siento Mady… si ves a tu…

Madison no lo dejo terminar y se alejo de él rápidamente, era increíble, a pesar de ser tan guapo era en verdad un imbécil, si Calliope ya no lo buscaba era porque ya había pasado su tiempo, seguro que tenía a otro en mente. Madison bufó al pensar en la existencia solitaria que tendría que llevar, todo gracias a la bendita herencia familiar.

Maritxell caminaba por uno de los pasillos menos transitados para aquellos que podían llamarse populares, buscaba sin realmente hacerlo; su poder la guiaría a ella. Había días en que el poder de su hermana estaba casi al nivel del suyo, eso no podía ser, a menos de que Madison hubiera comenzado a separarse de ella.

De pronto se sintió seguida, no se detuvo aunque no podía definir quién era, no le temía. Nadie era más fuerte y poderosa que ella, su hermana próximamente lo sabría si es que en algún momento se atreviera a enfrentarse a ella. Dio la vuelta en un recodo del pasillo y se detuvo.

Pero nadie lo cruzó, así que salió por donde había entrado. Se vio súbitamente apretada contra un cuerpo más alto y solido que el de ella, una mano en su boca le impedía hablar.

—Me dijeron que me buscabas —le dijo una voz al oído.

Maritxell reconoció esa voz, era Damian. Hizo un intento por zafarse de su agarre pero él se lo impidió.
—No dulce, primero debes prometerme que no gritarás ni harás nada como lo que hizo mi pequeño desafío…

Maritxell asintió con fuerza, Damian la liberó al instante.

—Creí que habías muerto esa noche.

—Lo que quieres decir es que esperabas que estuviera muerto, pero antes de que pasara nada…

—¿Qué? —Exigió Maritxell— dímelo ahora o gritaré.

Damian comenzó a reír a carcajadas y la sujetó del brazo al ver un intento de huida.

—No estás en posición de exigir nada, si yo hablo tú y mi desafío irán a parar a un circo.

Maritxell abrió los ojos sorprendida y cerró la boca. Damian hizo su sonrisa más grande, se acercó un poco más a ella y la sujeto por la nuca. Maritxell pensó que la besaría, se sorprendió al esperarlo con ansía pero la impacto el hecho de que sintiera decepción al ver que Damian lo único que hacía era observarla a los ojos.

—Necesito conocer sus secretos, todos Calliope.

—No hago nada gratis y menos si es descubrirme frente a un desconocido.

—Dime tu precio y si esta en mis manos dártelo, no lo dudes lo tendrás.

Maritxell jamás había tenido que rogar por nada, pero notaba que Damian veía en ella a su hermana. Eso debía cambiar y si para eso tenía que descubrirle los secretos de Madison lo haría, sin dudarlo. Damian era el pago perfecto y ella estaba dispuesta a conseguirlo.


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