miércoles, 11 de junio de 2014

Patatita - Un Cuento Para Dormir by Felin



Patatita
(Un Cuento Para Dormir)

By Felin



—Buenas noches mi princesa.

Iker besa en la frente a su pequeña Aitana de cinco años mientras la arropa en la cama y prende la lámpara de noche con grabado de princesas para que no se quede completamente en penumbras que aún hay noches que se levanta asustada por el lobo que se la quiere comer, o la bruja verde, la de Hanzel y Gretel, o cualquier otra de algún cuento, o la madrastra de Cenicienta, vaya incluso hasta las hermanastras no la dejan dormir tranquila casi nunca.

Y a pesar de eso Aitana es que nunca perdona que se vayan de su habitación sin contarle una historia, Aleska, su madre, recuerda que ella era igual a esa edad, por lo que no le costaba trabajo hacerlo, pero Iker que es un hombre que pocas veces es efusivo en la demostración de sus sentimientos, cada noche que le toca o quiere llevarla a la cama es un martirio para él. Pero a pesar de eso, aunque lea solo algunas líneas de algún cuento famoso, Aitana normalmente se queda satisfecha. Con su madre juega y construye historias nuevas, pero no por eso desprecia las historias de su padre.

Aitana tiene una gran imaginación y a pesar de que apenas conoce las letras, es que durante el día se la pasa jugando con sus muñecas y peluches y con sus escasos cinco años es una gran cuenta-cuentos.

—Papi —Se sienta en la cama cuando se da cuenta que él está a punto de marcharse.

—¿Qué pasó mi princesa? —contesta a la mitad de un bostezo.

—¿No se te olvida algo? —Le dice sonriéndole ampliamente.

—¡Princesa! En verdad hoy ha sido un día… —guarda silencio un segundo al ver el rostro de decepción de su niña—. ¿Te conformas con una mini historia?

—Siempre que tenga final feliz…

—¿Y porque con final feliz? —se acerca a ella para abrazarla mientras trata de pensar en un cuento para que se duerma, sabe que si toma un libro tardará más tiempo y aún debe trabajar en la computadora unas horas más antes de poderse ir a acostarse.

—Porque esas son las más bellas historias papi. —Una vez que se acomoda su padre, ella se recuesta ligeramente sobre él con gran ilusión de escucharlo, ya que es la primera vez que él no lleva un libro en sus manos—. ¿Y la historia se llama?

—Mmm…Patatita —Dice con una sonrisa en los labios Iker al dar ese nombre.

—¿Patatita? —La pequeña Aitana pregunta desconcertada.

—Vale, princesa… ¿quieres que te explique o que te cuente un cuento?

—Cuento…

Iker carraspea tratando de acomodar las ideas para hacer una historia corta y coherente, y para su sorpresa es que tiene más publico esta noche. Sin decir nada solo con un pequeño movimiento de cabeza le pide a Aleska que se acomode para escuchar la historia de ese día.

—Hace muchos años, en un mundo donde todo es tan diferente al que conocemos ahora, en un pequeño pueblo donde la princesa más hermosa y…

—Pero ¿cómo se llama el pueblo papá? ¿Y la princesa?

—Se llama… —Interviene Aleska— Dreams World… Felin Dreams World

—En Felin Dreams World vivía la princesa hermosísima Kasela que era el ser más noble y sencillo que habitaba en el pueblo y sin importarle lo que pudieran decir los reyes sus padres y su hermana que también era princesa, ella se hizo amiga de un pobre y muy humilde herrero que su único medio para sobrevivir después de que desde muy pequeño perdió a su padre y él era el sustento de tres hermanas y su madre tenía que trabajar desde que salía el sol hasta que este se ponía y no podía creer que Kalesa hubiera puesto los ojos…

—En ese pobre y humilde herrero que todo mundo conocía como Erik, él a pesar —Aleska interviene en la historia— de tener que trabajar para poder sacar adelante a su familia confió en la bella y desinteresada Kalesa y aunque muchos no creían que podía haber amistad entre ellos…

—Es que tenían toda la razón, —continua Iker— ya que desde la primera vez que vio a Kalesa, a pesar de que ella contaba con tan solo quince años y él casi cinco años más que ella, en un principio es que eran los mejores amigos, y se compartían todo. La princesa Aleska casi todas las tardes despues de escaparse de su institutriz iba al taller mec… al…

—Taller de herrería y aunque no podía ayudar a Erik en los trabajos que tenía que realizar, por lo menos se encargaba de distraerlo y hacerlo sonreír por lo menos una vez en la tarde.

—A veces no era tan fácil ya que Erik el herrero —Iker le guiña un ojo a su esposa— aparte de tener que trabajar durante tantas horas, salía del taller corriendo para poder llegar a un pequeño instituto que había en el pueblo y continuar sus estudios porque él se negaba a ser un simple herrero, si es que quería conquistar el corazón de su amada princesa Aleska tenía que ser el mejor herrero que pudiera para ofrecerle un futuro, para ella y sus hijos y ya con la noche muy avanzada, llegaba a su humilde hogar donde su madre lo esperaba con un plato de comida caliente y el aprovechaba ese rato para estudiar lo que le había enseñado el hechicero…

—Fueron tiempos difíciles y Kalesa se desesperaba por no poder hacer nada más por él… ya que desde la primera vez que lo vio ella se enamoró perdidamente de su herrero… incluso trató de hablar con el rey, su padre, para ver si podía haber alguna forma de ayudarlo, pero Erik era muy orgullo y antes de permitir eso, él se fue lejos de Kalesa, de Felin Dreams World para tratar de forjarse un futuro…

—Para ofrecerle a Kalesa y quizá atreverse a pedir su mano en matrimonio, y con el corazón partido en dos Eric se marchó a un lugar donde magos y hechiceros poderosos podrían enseñarle muchas cosas nuevas y estas las podría aplicar en su trabajo una vez que dominara los conjuros, pero su mayor sorpresa fue cuando un día lluvioso la princesa Kalesa estaba fuera de su habitación con un pequeño morral en el suelo, Eric no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, aunque trató de convencerla que se marchara y regresara a su reino donde no pasaría hambre ni frío, ella se negó rotundamente…

—Pero le dije que estar lejos de él… —suelta una carcajada Aleska— Kalesa se negó diciéndole que prefería dormir en la calle o vivir sin él porque hacerlo era respirar sin aire y después de hablarlo mucho… de conseguir alguna institutriz nueva, es que el pobre herrero y la bella princesa comenzaron a vivir juntos… ella aún era una niña y Erik vivía para darle lo más que pudiera… y a menos de un año de vivir juntos…

—Aunque Aleska trató de ocultarlo por temor que de nuevo tratara de convencerla a que regresara a su reino, como muchas veces antes lo había intentado Erik, calló la verdad unos meses, pero el vientre normalmente delgado de Aleska es que estaba creciendo y yo no podía ocultarlo. Y entre llantos le dijo que lo lamentaba, que había un hostel donde estaban solicitando gente para trabajar y que ella mientras pudiera trabajaría de lo que pudiera…

—Erik comportándose como un bufón, le hizo creer a la pobre que no entendía nada de lo que le estaba diciendo, y solo le preguntó una vez más que era lo que le había pasado a su vientre…

—Y la pobre princesa solo le contesto entre llantos que se había comido demasiado y una patata se le había quedado en la tripa —Iker en ese momento se pone de pie y se acerca a su esposa para abrazarla porque está a punto de llorar—. Erik en ese momento y no pude contener la carcajada y entre risas le dijo a su princesa… que esa patatita en su tripa algún día sería la más hermosa del mundo. y tuvo razón, seis meses esa patatita lloraba sin cesar por los brazos de sus padres cada vez que la dejaban en su cuna.

—Y la patatita… ¿Cómo se llama? —Aitana que durante todo el relato de sus padres había estada callada pasando la mirada de uno al otro, se atrevió hablar toda emocionada con la historia.

—Aitana —contestaron los dos al unísono.

—¡Wow! —Gritó emocionada Aitana— esa patatita se llama como yo…

—Aunque en un principio las cosas fueron difíciles —Iker continua narrando la historia— lograron salir adelante los tres viviendo en una casa humilde, mientras la princesa Kalesa y la patatita Aitana se quedan en casa, Erik continuo sus estudios por la noche mientras que por el día trabajaba en una herrería enorme…

—Han pasado casi siete años desde que Aitana llegó a la vida del herrero Erik y la princesa Kalesa haciéndolos muy felices siempre y que no creía que… —Aleska dice con dificultad— que a esa pequeña familia les hiciera falta algo más… y Kalesa tenía la difícil situación de hacer que su patatita no se pusiera celosa y que su herrero no se sintiera más presionado y ni se molestara cuando se enterara que la princesa nuevamente tendría que abandonar los estudios temporalmente con los hechiceros porque se hace unas semanas se ha comido otra patatita que le está creciendo en la tripa —el llanto ya no lo puede contener, e Iker la abraza al mismo tiempo que ambos comienzan a llorar.

Aitana no entiende la reacción de sus padres.

—Aleska… —Iker le hablaba con voz temblorosa— ¿Cómo…? ¿Cuándo…? ¿Porqué…?

—Hoy en la mañana he ido por el resultado al doctor y…

—Un momento —Aitana se pone de pie mientras se acerca a sus padres, porque de momento lo ha comprendido todo y con los ojos abiertos como platos los abraza a ambos— ¿la patatita Aitana y yo somos las mismas?

—Sí princesa —le contesta Iker.

—Y si a la princesa Kalesa no le fallan las cuentas en unos ocho meses tendrás un pequeño hermanito o hermanita aquí en casa.

—Y… ¿podre cuidarlo? ¿Contarle cuentos? —pregunta mientras da pequeños saltitos alrededor de ellos.

—Por supuesto que si… ya que serás la patatita mayor y tu responsabilidad es cuidar, crecer y divertirte junto a tu hermanito…

—O hermanita —termina Aleska.

—Y este cuento ¿Cómo termina? —Iker la ha tomado de la mano y la lleva de regreso a la cama.

—Y vivirán felices por siempre —responde Iker—. ¿Lista para dormir?

—Con una condición…

—¿Una condición? —Aleska trata de contener la risa ante la petición de su pequeña.

—Que mañana e sigan contando más de la historia de la patatita.

—Solo si te duermes ahora princesa, que tú mamá y yo debemos hablar.

—Yo no soy princesa papá —Aitana se acomoda bajo las mantas— la princesa es Kalesa… yo soy la patatita.

Tanto Iker como Aleska le dan un beso a su pequeña mientras salen de la habitación con una sonrisa en los labios al ver la felicidad plasmada en el rostro de su pequeña patatita.


Fin


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